El solsticio de invierno (en torno al 21 de diciembre en el hemisferio norte y al 21 de junio en el hemisferio sur) celebramos la fiesta de Yule.
Yule es la temporada de las fiestas de invierno y el regreso del sol y de la luz. El Dios como Niño, renace, de la Diosa Virgen. Se honra el nacimiento de la vida y el primer atisbo de esperanza de luz que confirma la renovación. Símbolos significativos incluyen: las velas de la iluminación del solsticio, la hiedra. Yule simboliza la fluctuación entre la luz y la oscuridad, bien como ciclo o como lucha. Es el día más corto del año, con lo cual la llegada del amanecer implica que la luz ha comenzado a ganar terreno de nuevo, a pesar de que todavía lo más frío del invierno está por venir. Esto puede simbolizarse con el sacrificio del Dios ante la Diosa, para garantizar el regreso de la vida; o con el tronco o la vela de Yule, que debe arder durante toda la noche, recordándonos que la luz puede resistir hasta el momento más oscuro. Yule es un momento de celebración, pero también de resistencia. Nos recuerda la capacidad de superar las mayores dificultades, con lo cual es una buena ocasión para llevar a cabo trabajos mágicos relacionados con la protección y el refuerzo a nuestros seres queridos y a nosotros mismos. Además, puede aprovecharse el tronco/fuego de Yule para potenciar hechizos, haciendo que ardan con él o dejándolos bajo la vela toda la noche.
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